Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo. Así rezaban las tarjetas de Navidad que se usaban hace mucho tiempo, pero en qué consistiría eso de la prosperidad. Yo me imagino la prosperidad como esos arcones navideños que tenían tantas cosas. Pero uno pensará que la prosperidad ocurre “afuera”: lo que haga el gobierno, que mi jefe me aumente sueldo, el puesto que me toque en gobierno o la socorrida frase: “el que no tranza, no avanza”.
Pues no, déjenme decirles que la prosperidad es una cuestión de decisión y responsabilidad personal, y está en función a cómo usemos 3 elementos básicos:
a) El uso del tiempo
Reconocemos que el tiempo es un recurso no renovable, no se puede guardar, rentar o comprar y sólo disponemos del ahora para poder actuar. Ahora bien, cómo gastamos el tiempo los mexicanos. Según la OCDE, el mexicano es el que más tiempo dedica al trabajo, pero contradictoriamente presentamos una productividad mucho menor que muchos de los países de la misma organización.
Y si habitamos en Ciudad de México o zonas conurbadas, puede llevarnos hasta 5 horas el transporte hacia y desde el lugar de trabajo. Están de acuerdo en que una de las formas de prosperar es sabiendo más que el resto acerca de algo, pues bien, en promedio el mexicano lee ½ libro al año, no toma ningún curso por su cuenta y, qué creen, que el material de aprendizaje está hoy día al alcance de un clic en tu teléfono o computadora, vamos, hay hasta podcast que puedes ir escuchando cómodamente en tu teléfono mientras te desplazas hacia tu trabajo.
b) El uso de la energía
Los seres humanos disponemos de 3 tipos de energía: la mental, la física y la emocional. La mental podemos usarla para razonar, pensar, analizar, crear, informarse, o bien para quejarse, encontrar culpables o sentirse víctima.
Después está la energía física que podemos usar para cuidar nuestro cuerpo o bien para llevar una vida sedentaria. Y, por último, la emocional, que puede ser de 2 tipos: nutritiva o tóxica, en el primer caso enfocaremos nuestros pensamientos en el optimismo, la gratitud, la esperanza o en caso contrario las emociones tóxicas como la indiferencia, el rencor, la envidia, la pereza o el negativismo.
c) El uso de los recursos
Todo mundo tiene recursos como lo son la edad, la salud, los conocimientos, las relaciones, los bienes materiales y los financieros. La cuestión está en cómo empleemos esos recursos en un consumismo voraz o bien, sabiamente para prosperar.
Entonces la prosperidad es o no una decisión propia, por supuesto que sí, pero otro tema es que convirtamos los deseos en metas. Cuando tú preguntas a una persona -qué metas tienes a futuro-, te contesta -pues sacar a mi familia adelante-, y yo me pregunto -¿delante de dónde?- porque hasta ahora no me ha quedado muy claro el concepto y pienso que tampoco al que lo declara; pero qué pasaría si esa misma persona dijera -mis metas para este año es generar una fuente adicional de ingresos para mi familia, para lo cual vamos a pagar el curso de pastelería que quiere mi pareja, vamos a comenzar en las instalaciones de la casa y vamos a emplear las redes sociales para difundir su servicio y que le hagan más pedidos de los que le hacen ahora-, entonces sí ya ha quedado mucho más claro no creen.
Pero antes de despedirnos revisemos por último la teoría de un famoso economista, Amartya Sen, que expone su Teoría de Capacidades y se refiere al bienestar que pueden alcanzar los países con los recursos que tienen, de manera central los humanos. Es bien sabido que en los lugares ricos en agua, bosques, pesca, petróleo se dan los mayores índices de pobreza. De ahí la necesidad de desarrollar al ser humano para que este produzca los niveles de prosperidad deseables.
Estas reflexiones no sólo se aplican a los Operadores (en el autotransporte de carga), se aplican a todos y cada uno de nosotros en espera que este nuevo año que recién estrenamos nos enfoquemos cada uno en optimizar los elementos que enumeramos, para generar la prosperidad que nos merecemos por habitar un país con tantos recursos como lo es México. Entonces: “Un próspero año 2021”.
Escrito por Rocío Sánchez