Antonio es operador y tiene 51 años, aprendió a manejar a los 20, su papá le enseñó. Tiene 29 años con su licencia Federal y 21 manejando un doble articulado de materiales peligrosos. Como todo operador tiene complejo de culpa por no haber asistido a los cumpleaños, no haber visto los primeros pasos de sus hijos; a veces, en casa, lo acusan de querer más a su trabajo que a ellos.
Pero está consciente que es una profesión mejor pagada que muchas otras y que, gracias a eso, pudo darle vivienda a su familia, estudios profesionales a sus hijos. Nunca ha tenido un accidente, pero él sabe que con una pequeña distracción puede no volver a casa.
El jefe de Antonio es Manuel, tiene 25 años, es supervisor de operaciones, él se graduó de sistemas en una universidad tecnológica, no ha encontrado trabajo en el área de informática por lo que él dice que está trabajando en esa empresa de transporte porque “ahí le dieron la oportunidad”.
Sabe que su quehacer casi nada tiene que ver con la carrera que estudió, por lo que se encuentra un poco frustrado, pero ya tiene su pareja y un bebé en camino. Tener un trabajo estable es algo positivo.
Cuando se dio cuenta de lo que gana un operador por semana le enojó terriblemente que perciba mucho más que él, siendo que tiene estudios universitarios y los operadores apenas llegan a secundaria.
Se encuentra sumamente molesto, acaba de discutir con Antonio porque se comprometió a entregar la carga del cliente, saliendo de Ciudad de México y llegar a Nuevo Laredo, en un tiempo ridículamente corto que no puede realizarse ni con doble operador.
El tema es que Manuel no conoce de rutas, distancias, límites autorizados de velocidad, reglamentación de circulación para materiales peligrosos, etc. Manuel tiene la convicción de que los operadores son difíciles y los clientes también, por lo que si por él fuera no trataría con ninguno. El problema es que no ha percibido que si no existieran ninguno de los dos: operadores y clientes, su puesto no existiría y él no tendría trabajo.
¿Qué sucede en el fondo? Partamos en preguntar ¿qué es un millennial? Se le llama a la generación nacida entre 1982 y 1994. Fueron criados con la convicción de sus padres, “de que ellos no tenían que padecer lo que sus padres padecieron de niños”, y a lo mejor se los formó sobreprotegidos.
Ahora los problemas en la escuela se llamaron bullyng y no tenían que gestionarlos ellos (como hicieron generaciones anteriores), sino que van los papás y amenazan al maestro con derechos humanos, y entonces la disciplina se terminó, ahora ya no se le puede reprobar, entonces bastará con existir para transitar por todo el sistema educativo, que de ninguna manera te preparará para la realidad laboral.
Y entonces, en el ambiente laboral, no esperará que sea quien tiene que gestionar las cosas y dar resultados, sino que esperará que la empresa se acomode a él y se quejará de que sus opiniones no son tomadas en cuenta porque las lanza como “cartas a los Santos Reyes”, y espera que “alguien más” cumpla con sus deseos, no es un proyecto de mejora, no es una meta ni tan siquiera un objetivo y entonces se siente incomprendido, subvalorado y cambiará de un trabajo a otro, tratando de encontrar significado a lo que hace.
Están acostumbrados a la inmediatez de lo digital, a un clic de distancia obtienes información, te comunicas, logras un like, haces una compra. Pero en el trabajo no es así, no es rápido ni fácil.
Y qué decir de las habilidades sociales y emocionales necesarias para el trato con los operadores, no hay habilidades sociales reales para tratar con “otro”, solamente se han acostumbrado a la superficialidad de un “me gusta” o una carita feliz o qué mejor a tener cualquier cantidad de vidas en un videojuego, pero desafortunadamente no corresponde con la realidad de la vida cotidiana en carretera.
Por otro lado, tenemos al Baby Boomer o a la Generación X, en este caso, el operador que si hablamos de los primeros, nacieron entre 1945 y 1974, y para para la Generación X entre 1965 y 1981.
Tienen cualquier cantidad de años de experiencia que los ha hecho ser unos expertos en su materia, y han aprendido de la manera difícil con ensayo y error, y a veces los errores en carretera se pagan demasiado caros.
Estas generaciones nacieron para trabajar y el trabajo esforzado era el sentido de la vida. No tienen una escolaridad elevada y padecen expresiones sociales como: traileros, mugrosos, drogos, rata, etc.
Existen en una situación de desarraigo (aquí ya no es variable generacional, sino por la ocupación de operador), en donde en su familia ya no pueden convivir fácilmente porque los acostumbraron a estar siempre en carretera y en la empresa tampoco, porque tarde se hace para despachar con sus papeles al “trailero” y evitar tenerlo enfrente.
Y entonces, ellos resienten una falta de empatía. Y sí les enoja, por qué no, y su reacción a veces es violenta por tener un jefe que pudiera ser su hijo, que pretende darles órdenes sobre un tema que en verdad no conoce, no entiende y pretende hacer valer su autoridad formal porque él es el jefe y así tiene que hacerse.
¿Qué hacer entonces ante tal brecha generacional? Las empresas deben gestionar ese entendimiento con programas “Open House”, por ejemplo, donde no se asigne un puesto de trabajo a un administrativo, sin que al menos haya echo un viaje completo en carretera y entienda lo que es esperar muchas horas a que te carguen o te descarguen; a que hables por teléfono a tu empresa pidiendo ayuda y te digan “sí, ahorita te marco”, y esa solución no llegue.
Y también que el operador se siente en el puesto de operaciones y viva las presiones del cliente, y entienda que si hay una indisciplina por su parte o una llegada a destiempo puede hacer un paro de planta y asuma las repercusiones legales y económicas que puede traer a su empresa.
Hay que trazar un esquema inteligente de comunicación organizacional reconociendo que esos retos existen y hay que afrontarlos. Y reconocer también la valía de cada uno donde sí, el operador es quien mueve la carga, pero también el administrativo es el que posee los conocimientos necesarios para formular unos estados financieros, implementar un plan de marketing, aplicar e interpretar psicometría, diseñar y formalizar KPI´s o instaurar un programa de calidad o seguir con certificaciones incluso a nivel internacional.
Como empresa tenemos que poner manos a la obra para beneficiarse de las fortalezas de ambas generaciones y que aprendan a coexistir y respetar las fortalezas de cada una.